En el Universo Empresarial existe una fuerza omnipresente que mantiene unidas a las empresas y a sus clientes: la reputación de marca. La reputación está formada por el “lado luminoso” y el “lado oscuro”. Obviamente, tu marca debe estar en el lado luminoso de la fuerza. El lado en el que tus clientes la adoran, le profesan un amor incondicional y, además, la recomiendan a todo aquel que se cruza en su camino. Gozar de
Esto es, probablemente, lo que habrás pensado si has oído alguna vez esta palabra. La otra opción, mucho más factible, es que te hayas preguntado por qué te persiguen una y otra vez, visites la web que visites, esas zapatillas de correr que estás pensando en comprar. Esa es, querido lector, la magia del retargeting. “Y volver, volver, voooooolver (…) llegaré hasta donde estés (…) quiero volver, volver, volver” La archiconocida ranchera de Vicente Fernández
El blog corporativo lleva tiempo dibujándose como una de las herramientas más eficientes para atraer a tu cliente ideal, atraparlo, fidelizarlo y conducirlo a través de las diferentes etapas del camino hacia la compra (descubrimiento, consideración y decisión). Un blog es como una hoja en blanco en la que poder ofrecer contenido de valor para tus clientes; demostrarles que tu marca sabe de lo que habla y que está dispuesta a ayudarle y resolver todas
Antes de nada, empezaré por contarte una anécdota que, de manera simple y gráfica, te ayudará a visualizar la tremenda importancia que el posicionamiento web y una correcta estrategia SEO tienen para mejorar la presencia on-line de tu marca. Iba yo de paseo el sábado por la tarde cuando en mi camino se cruzó un chico ataviado con chaqué. Él estaba encantado con su atuendo y lucía ese porte que solo puede darte una prenda
Lo que te voy a contar a continuación te interesa (y mucho) si tienes una tienda on-line o si estás pensando en lanzar tu negocio al universo digital. Es una historia real que servidora ha padecido en propias carnes y que quiero compartir contigo para que tú no cometas el mismo error. Desde niña recuerdo a mi padre aconsejarme que escarmentara por cabeza ajena. Algo muy fácil en la teoría pero harto complicado en la